Entendiendo a los Gringos (III)
Ya se ha descubierto el pastel. Y qué miedo recorre mi cuerpo.
McCain, pretendida[1] voz independiente y centrista, con ideas alejadas de la retórica divisiva e inflamadora típica del Republicanismo de la última década, ha elegido a su número dos.
McCain ha elegido a Sarah Palin, ex-pretendiente a Miss Alaska, ex-presentadora de deportes, ex-tremista. Y blanca, claro.
McCain ha elegido a la mujer ideal según el ideario Republicano. Nada más y nada menos que una candidata a Miss Alaska, con 5 hijos, autocrática, de la Asociación del Rifle (como Charlton Heston), empeñada en usar la Biblia de libro de texto de biología, y vehemente intrusa en la sexualidad ajena con una única respuesta para la juventud inexperta: "eso no se hace"[2].
Lo más cachondo de todo es que tiene el mismo apellido que uno de los Monty Python. Exacto, el de la Spanish Inquisition. (¿Una premonición?)
Pero, claro, ¿qué puede esperarse de un grupo de gente que habla con amigos invisibles y esnifa incienso los domingos antes de volver a su vida de individuo agresivo al que le importan dos pimientos los demás?
Desde la óptica europea, podría parecer que el equipo McCain-Palin está destinado a perder las elecciones en vista de lo impresentable de la primera decisión importante del candidato, además de lo impresentable que sería tener a esa neo-mujer-de-atapuerca de mandamás con El Botón.
Pero visto desde aquí, desde el centro del Bible Belt, Palin es el maná[3] Republicano caido del cielo. A los abatidos republicanos, que de lo disgustados que estaban no salieron de su casa ni a votar en las primarias, Sarah les ha proporcionado moral, confianza, ilusión y un par de tetas a las que mirar.
[1] "pretendida", porque es así como se ha vendido durante las preliminares y así consiguió el voto de los independientes mientras las bases Republicanas detodalavida se quedaban en su casita a guardar el rifle y esconder su cara avergonzados de que el Talibanismo no haya imperado completamente: aun existe el aborto, la Religión no controla ni la política ni la educación.